Localización para obtener ganancias: argumentos a favor de la fabricación con sede en EE. UU.
por Paul Eichenberg
Nº1 | Abril 2025

Los recientes aranceles de la administración Trump a las importaciones de automóviles de México y Canadá han generado una gran incertidumbre en las cadenas de suministro de América del Norte. Si bien una exención temporal para los vehículos que cumplen con el T-MEC ofrece un alivio a corto plazo, los modelos que no cumplen con las normas y una gran parte de las autopartes siguen expuestos, lo que aumenta los costos tanto para los fabricantes de equipos originales (OEM) como para los proveedores. Al mismo tiempo, incentivos como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y las políticas sobre semiconductores están redefiniendo las prioridades de fabricación, fomentando la producción local de componentes críticos como baterías y chips.
Para los fabricantes de equipos originales (OEM) y los proveedores, esta es una encrucijada estratégica. ¿Ofrece la localización de la producción en EE. UU. una ventaja competitiva sostenible o es simplemente una medida reactiva en respuesta a las cambiantes políticas comerciales? Este artículo explora las consideraciones financieras, operativas y estratégicas para determinar si la relocalización tiene sentido económico, dónde puede ser beneficiosa y cuándo podría no ser la mejor opción.
Consideraciones sobre los aranceles de Trump y el T-MEC
La imposición de un arancel del 25% a las importaciones de automóviles de México y Canadá ha generado importantes desafíos para los fabricantes de equipos originales (OEM) y sus proveedores. Si bien existe una exención de 30 días para los vehículos que cumplen con el T-MEC, los modelos que no cumplen con las normas, como los vehículos alemanes y japoneses con motores de origen extranjero, siguen siendo vulnerables. Esto obliga a los OEM a reevaluar sus cadenas de suministro para mitigar posibles aumentos de costos.
Los proveedores se enfrentan a complejidades aún mayores, ya que aproximadamente el 35% de los componentes importados no cumplen con los estándares del T-MEC. Esto podría generar costos adicionales de hasta $2,000 por vehículo, lo que presiona a los proveedores para que localicen la producción o absorban las pérdidas financieras. El desafío radica en que trasladar la producción es costoso y requiere inversión de capital en nuevas instalaciones, desarrollo de la fuerza laboral y una reestructuración de las cadenas de suministro.
Para algunos fabricantes de automóviles, como Honda, trasladar la producción a Estados Unidos tiene sentido a corto plazo, como lo demuestra su reciente decisión de trasladar la producción del Civic de México a Indiana. Sin embargo, para otros, en particular aquellos con cadenas de suministro profundamente integradas en México, la decisión de relocalizar la producción es más compleja.
IRA y políticas de semiconductores: un nuevo panorama de incentivos
Inicialmente, la Ley de Impuestos sobre las Ventas (IRA) ofrecía fuertes incentivos para la fabricación en Estados Unidos, en particular en el sector de los vehículos eléctricos (VE). Para acceder a créditos fiscales de entre 3500 y 7500 dólares, los VE deben ensamblarse en Norteamérica y obtener una parte significativa de los materiales de sus baterías a nivel nacional. Para 2027, al menos el 70 % de los minerales críticos para las baterías de los VE deben provenir de socios de libre comercio de Estados Unidos, lo que incentiva la inversión en la producción de baterías en Norteamérica.
Sin embargo, la administración Trump ha manifestado su intención de reducir parcialmente el gasto en la Cuenta de Ahorros para la Infancia (IRA). Una reciente orden ejecutiva, “Liberando la Energía Estadounidense”, detuvo el desembolso de fondos de la IRA para proyectos de infraestructura para vehículos eléctricos, y se han presentado propuestas para eliminar por completo los créditos fiscales para vehículos eléctricos. A pesar de estos cambios, se necesitaría la aprobación del Congreso para modificar los créditos fiscales básicos de la IRA , lo que significa que algunos incentivos se mantienen intactos.
Al mismo tiempo, la Ley CHIPS y Ciencia impulsa la localización de la fabricación de semiconductores. El reciente compromiso de TSMC de invertir 100 000 millones de dólares en la construcción de cinco nuevas fábricas en EE. UU. subraya este cambio. Estas políticas generan oportunidades para los fabricantes de equipos originales (OEM) y los proveedores, pero también introducen nuevas incertidumbres. Los fabricantes de automóviles deben sopesar estos incentivos frente al aumento del coste de la producción nacional.
Implicaciones financieras de la localización
Los costos laborales en EE. UU. son significativamente más altos que en México y China. El reciente traslado de la producción del Civic de Honda de México a Indiana fue una respuesta directa a los nuevos aranceles, pero implica un costo sustancial, que podría aumentar el precio de los vehículos hasta en $12,000.
Los fabricantes de equipos originales (OEM) y los proveedores están invirtiendo fuertemente en nuevas instalaciones en EE. UU. para alinearse con las estrategias de localización. El proyecto Blue Oval City de Ford y SK Innovation, de 5.600 millones de dólares, en Tennessee, la planta de producción de vehículos eléctricos de Hyundai, de 7.600 millones de dólares, en Georgia, y las inversiones multimillonarias de GM en plantas de baterías demuestran un creciente compromiso con la fabricación en EE. UU. Sin embargo, estos proyectos requieren un capital inicial considerable y, sin una certeza política a largo plazo, el riesgo de activos inutilizados sigue siendo alto.
Ante el aumento de los costos, los fabricantes de automóviles deben decidir si absorber estos gastos o trasladarlos a los consumidores. Los aranceles sobre materiales como el aluminio y el acero ya han disparado los costos de producción, y el director ejecutivo de Ford, Jim Farley, ha advertido que estos aranceles generan “costos y caos” para los fabricantes. Si los costos de producción nacional se mantienen altos, los fabricantes de automóviles podrían tener dificultades para mantener la rentabilidad.
Realidades operativas: desafíos y ventajas de la relocalización
Estados Unidos enfrenta una escasez de mano de obra cualificada, con un estimado de 3,8 millones de empleos en el sector manufacturero que deberán cubrirse en la próxima década. La escasez de materiales para baterías y las deficiencias en la cadena de suministro de semiconductores complican aún más los esfuerzos de relocalización. La planta de TSMC en Arizona ya ha sufrido retrasos debido a la falta de trabajadores cualificados, lo que demuestra la dificultad de ampliar rápidamente la producción en Estados Unidos.
Los proveedores se están adaptando a las nuevas dinámicas comerciales. Bosch, por ejemplo, está explorando la posibilidad de trasladar la producción de Asia a Norteamérica. Sin embargo, persisten obstáculos para ampliar la capacidad de fabricación en EE. UU., lo que requiere coordinación en toda la cadena de suministro.
La relocalización reduce la dependencia de las cadenas de suministro extranjeras y mejora la agilidad de la producción, pero también exige mayores costos laborales e inversión en capacitación de la fuerza laboral. El modelo Justo a Tiempo (JIT), común en la producción deslocalizada, ha mostrado vulnerabilidades durante las disrupciones globales. Sin embargo, abandonarlo requiere una inversión significativa en inventario y logística.
Consideraciones estratégicas para fabricantes de equipos originales (OEM) y proveedores
Los fabricantes de equipos originales (OEM) deben evaluar los costos totales de entrega, incluyendo logística, aranceles y gastos operativos, en lugar de centrarse únicamente en los costos laborales. Stellantis, por ejemplo, se ha comprometido a aumentar la producción en EE. UU., pero sus recientes dificultades financieras ponen de relieve las dificultades de una relocalización inmediata.
A pesar de los aranceles, muchos fabricantes de automóviles siguen invirtiendo en México gracias a sus menores costos laborales y sus cadenas de suministro consolidadas. La naturaleza integrada de la cadena de suministro norteamericana implica que las decisiones de relocalización deben considerar la eficiencia del comercio transfronterizo.
Las empresas conjuntas ayudan a mitigar los riesgos de relocalización. La alianza de baterías de 7.540 millones de dólares entre Stellantis y Samsung SDI y Ultium Cells LLC de GM (una empresa conjunta con LG) demuestran cómo la colaboración puede impulsar la localización. Estas empresas permiten a los fabricantes de automóviles distribuir el riesgo financiero a la vez que aseguran las cadenas de suministro nacionales.
Conclusión: El futuro de la fabricación de automóviles en EE. UU.
La relocalización presenta un complejo equilibrio entre los incentivos impulsados por las políticas y el aumento de los costos de producción internos. Si bien algunos fabricantes de automóviles, como Honda y Stellantis, se han comprometido con la expansión en EE. UU., otros se mantienen cautelosos y mantienen sus operaciones en México y Asia.
Para los fabricantes de equipos originales (OEM) y los proveedores, la clave para afrontar esta incertidumbre reside en la flexibilidad. Aprovechar las empresas conjuntas, optimizar las cadenas de suministro y asegurar el abastecimiento nacional de componentes críticos será esencial. La localización estratégica, combinada con una participación proactiva en las políticas, determinará si la relocalización es una estrategia viable a largo plazo o simplemente una reacción a corto plazo ante los cambios en las políticas comerciales.
En un panorama geopolítico y económico en evolución, los fabricantes de automóviles y los proveedores deben estar preparados para una rápida adaptación, equilibrando la rentabilidad con la resiliencia en una cadena de suministro cada vez más compleja.
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